Boletín CIENTEC, octubre 2006 San José, Costa Rica
Dejamos San José muy temprano el sábado 14, para buscar el paso de millones de aves que siguen las corrientes calientes sobre las planicies del caribe costarricense, rumbo al sur.Con paradas en Nueve Millas, Cahuita, Puerto Viejo y visita a la reserva Kekoldi,
los participantes de la gira organizada por CIENTEC
con la guía del ornitólogo, Julio Sánchez,
fuimos testigos de la GRAN MIGRACIÓN de las rapaces.
CRÓNICA
El plan era desplazarnos hacia Limón, con paradas de acuerdo
a la aparición del fenómeno. La ruta conocida apuntaba a
ciertos sitios especiales, con condiciones topográficas, climáticas
y de visibilidad. Cerca de Guácimo podría ser uno de estos
sitios. Luego seguiríamos al caribe sur hasta Puerto Viejo. *Las
aves mandan*, comentó don Julio, *cuando las veamos, paramos.*
Algunas rapaces empiezan el viaje desde Canadá y llegan hasta la Patagonia. Otras vienen de más cerca y se van quedando de camino. Pero todas tienen que bajar de noche y volar de día, por lo que pasan sobre la Tierra, usando corrientes de aire que aprovechan el clima seco del caribe costarricense en esta época. Más sobre las especies.Para realizar el viaje, en largos ríos compuestos por miles (y millones) de individuos, cambian su comportamiento usual, se tornan gregarias. Bajo este *modus operandi*, como pequeñas células de un sistema mayor, tendrán más posibilidades de sobrevivir la peregrinación anual en la que perece aproximadamente un 40% de las aves.
Por la tarde, después de llegar al hotel, algunos se fueron a disfrutar de la playa y otros nos metimos en un camino cercano a seguir en el reconocimiento de aves. Cerca del atardecer, sabíamos que no se verían las rapaces volando, pero podríamos ver otras aves migratorias y locales. Caminamos poco menos de 800 metros. Pero allí la diversidad fue enorme. Unos los vimos, otros los escuchamos.
Don Julio compartió su extenso conocimiento de llamadas y cantos para apoyar la identificación. Vimos, entre otros, tucanes (pteroglossus torquatos, ramphastos sulfuratus y ramphastos swansonii), zopilotes, loros (pionus senilis), carpinteros grandes (campephilus guatemalensis), reinitas, sargentos (ramphocelus passerinii), garzas volando y más. Escuchamos chachalacas, palomas, chorchas (icterus mesomelas), tangaras verde oliva, entre otros.
La mañana siguiente, muy temprano, salimos a los predios del hotel y pudimos observar mosqueros pequeños, medianos y grandes, golondrinas en grandes grupos, un bellísimo hormiguero de ojos rojos (tabara major), colibríes y más. También escuchamos a los congos o aulladores en la lejanía.
Más tarde, con el grupo completo, se visitó la Reserva de Kekoldi, la torre de observación y la estación biológica. Atravesamos cacaotales y bosque caminando sobre un trillo que parecía internarse en la montaña. Al llegar lloviznaba y los cielos estaban encapotados. Luego se fue despejando, con lo cual el Sol calentó la atmósfera baja, se crearon termales y las aves pudieron ascender y continuar su desplazamiento.
El patrón de vuelo de los grupos resultó muy interesante. En los desplazamientos horizontales, entre termal y termal, las aves más grandes (zopilotes cabecirrojos, vuelan por abajo y las más pequeñas por arriba en el grupo.
Foto tomada en Kekoldi, 15 oct. 2006.
¿Qué aprendimos?
Algunos de los participantes nunca habían visto la migración.
Otros disfrutamos del reencuentro, siempre maravilloso.Habían personas más novatas y otras más avanzadas en la observación de aves. La camaradería contribuyó a que todos aprendieran algo: cómo enfocar con los binoculares, la identificación de diferentes aves, las horas más apropiadas para la observación de ciertas especies, datos sobre desplazamiento, comportamiento y velocidad de vuelo de los diversas especies presentes en la migración de rapaces...
La visita a la Reserva indígena de Kekoldi nos enriqueció a todos.
Conocer las instalaciones, el carisma de las personas que lo impulsan,
interactuar con ellos y observar la migración desde allí...Volvimos a San José llenos de verdor y contentos de haber sido testigos de esta migración.
OTROS OBSERVADORES Hoy en la mañana, recibimos esta fotografía de don Marco Tulio Saborío, fotógrafo naturalista y seguidor de aves y ballenas. Con su cámara desde Matina, Limón, evidencia la magnitud del fenómeno.
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