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Calendarios:
consideraciones astronómicas
y matemáticas en la medición del tiempo
Alejandra León Castellá, Fundación CIENTEC

El paso del tiempo…
entre la eternidad y un instante…

Los períodos aburridos o dolorosos
parecen extenderse para siempre…

En cambio, ante besos, risas, trabajo intenso,
juego divertido, compañía grata…
el tiempo vuela.

De la subjetivo a la convención
Algunas personas observan los cambios en su cuerpo (uñas, pelo, arrugas, etc.) como evidencias del paso del tiempo. Otros usan como referencia rituales y otros eventos que marcan la memoria.

Muchos somos esclavos de la agenda y el reloj, mientras que otros siguen indicadores ambientales.

Pero en el área pública, casi todos funcionamos bajo un mismo calendario, el gregoriano, y a veces con horarios muy parecidos.

Este calendario divide el tiempo y lo agrupa en distintos intervalos (días, meses, años). Su evolución fue el resultado del seguimiento a los astros, paralelo al desarrollo matemático. A ello se sumaron tradiciones pasadas de una cultura a otra y ajustes realizados en su perfeccionamiento. En este desarrollo, se separó de otros calendarios religiosos y rituales, algunos de los cuales funcionan aún de manera paralela.

Y para iniciar esta búsqueda de raíces, se podría cuestionar una convención como el día. ¿Por qué está dividido en dos ciclos de 12 horas? ¿Empieza a media noche y no al amanecer? Si fuéramos animales nocturnos, ¿tal vez nos convendría unificar la noche y no que esté dividida entre dos días?


Ciclos Astronómicos
La medición del paso del tiempo ha evolucionado ligada a tres ciclos astronómicos: el día, el mes y el año.

El primero corresponde a una rotación de la Tierra sobre su eje.

El mes fue el segundo referente y surgió en relación al ciclo lunar. Los primeros calendarios emergieron alrededor de 3.000 A.C. y tomaron este como guía. Conocido científicamente como "mes sinódico" o "lunación" , es el tiempo que dura la Luna en girar alrededor de la Tierra. Visto desde la Tierra, es el tiempo entre una Luna Nueva y la siguiente y tarda unos 29,5 días.

El tercer referente es el año, una revolución de la Tierra alrededor del Sol, en el cual regresa a su punto de partida original y tiene una duración de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos (ó 365,2422 días).

Desde la Tierra, lo que se percibe, además de cambios climáticos de las estaciones, son los cambios en la inclinación de los rayos solares y el desplazamiento -norte sur- del sol durante el año, medible a la salida y en el ocaso. Los puntos de máximo desplazamiento, los solsticios, y los puntos intermedios, equinoccios, son las marcas o "mojones" de este ciclo.


Combinación de ciclos: un reto histórico
Como es evidente, la principal complejidad para desarrollar un calendario preciso, que tomara en cuenta los ciclos anteriores, surgió porque estos no resultan en números enteros y se sobreponen entre sí. Por ello y ante el hecho de que el mes dura aprox. 29,5 días y las fracciones son incómodas, muchos resolvieron alternar meses de 29 y 30 días. De esta y otras maneras, las culturas fueron desarrollando sus propias versiones del calendario, en anticipación a ciclos biológicos y climáticos ligados con su sobrevivencia.


Otros astros de referencia
Además de la rotación de la Tierra (día y noche), del ciclo Lunar (de Luna Nueva a Luna Nueva) y de la revolución de la Tierra alrededor del sol (de Equinoccio de primavera al siguiente Equinoccio de primavera), algunas culturas tomaron en cuenta otras astros para establecer sus calendarios: entre los egipcios fue la estrella Sirio, para los Mesoamericanos el planeta Venus.

En el primer caso, los antiguos sacerdotes egipcios identificaron una relación temporal entre la aparición de la estrella Sirio, previa a la salida del sol en el verano y las inundaciones del Nilo. Esto les permitió determinar un ciclo, anticipar el fenómeno, desplazar animales y programar cultivos. En base a los cambios ambientales, definieron tres estaciones en el año: la "inundación" de junio a setiembre; la segunda cuando el suelo estaba húmedo de octubre hasta febrero fue "el retiro de las aguas"; y la estación de "sequía", fue la última, de febrero a junio.

Para los Mesoamericanos, Venus mereció un calendario aparte, comenta Julieta Fierro: "… se desarrolló un calendario ritual de 260 días que corresponde al año de Venus, el tiempo que le toma a ese mundo en darle una vuelta al Sol…"

Los dos calendarios, el solar y el ritual, no coincidían sino cada 52 años según el solar, o aproxi. cada 73 años de 260 días según el ritual; estos números, el 52 y el 73, resultaron sagrados para ellos.

El tonalpohualli, o calendario sagrado, gobernaba la vida de los Mexicas. Contenía 260 días o 20 meses de 13 días.

 

Los egipcios y los Mesoamericanos construyeron pirámides y otras estructuras con orientaciones y orificios específicos para identificar la posición de sus astros especiales, en un momento dado, y poder hacer ajustes a sus calendarios.

El seguimiento a los equinoccios y los solsticios fue fundamental en el ajuste al ciclo solar.

Amanecer del 20 de marzo, desde Chapultepec, como lo observaba Moctezuma, el joven, dentro de sus deberes.


Calendarios lunisolares
Los primeros registros de culturas antiguas, encontrados en el valle de los ríos Tigris y Éufrates, en Mesopotamia, evidencian el afinamiento de sus calendarios como una progresión a partir de ciclos lunares y posteriores ajustes solares. Los babilonios y sumarios finalmente desarrollaron un calendario lunisolar de doce meses, con meses alternos de 29 y 30 días y años bisiestos de trece meses. Debido a que usaban de base el número 12 y contaban en docenas, dividieron el día en 2 veces 12 partes, tradición que persiste hasta hoy.


El calendario chino
Este es el registro cronológico continuo más antiguo y es utilizado, aún hoy en día, como calendario ritual por una quinta parte de la población mundial.

Sus inicios se asocian con el emperador Huang Ti, alrededor del año 2600 AC, cuando introdujo el primer ciclo del zodiaco y los doce años regidos por animales distintivos: Rata, Buey, Tigre, Liebre, Dragón, Culebra, Caballo, Oveja, Mono, Gallo, Perro y Cerdo.

La danza de los leones es una de las tradiciones del Año Nuevo Chino.

El calendario chino también es luni-solar con meses alternos de 29 y 30 días. Cada mes inicia en Luna Nueva. El inicio del año fue fijado por dos parámetros: (1) la segunda Luna Nueva posterior al (2) solsticio del 21 de diciembre (conocido tradicionalmente como solsticio de invierno- hemisferio norte). Debido a ellos, el Año Nuevo resulta en diferentes fechas, entre finales de enero y mediados de febrero, en nuestro calendario gregoriano.

Ellos resolvieron el reto de la sincronización entre el ciclo lunar de 354 días en 12 meses (29,5x12=354) y el ciclo solar de 365 días, añadiendo un mes cada 2,7 o 3 años, o 7 meses adicionales en 19 años. Si no las estaciones se habrían atrasado 30 días cada 3 años. Los astrónomos chinos acordaron un valor de 235 lunaciones (meses) en 19 años.

La aproximación astronómica del calendario chino demuestra el gran conocimiento astronómico y matemático de los que lo originaron. Por medio de sistemas de observación de los astros y la medición de sombras proyectadas1, en el año 480 D.C Ju Chongzchi calculó la duración del año en 365,2428 días, tan sólo 52 segundos más que el valor moderno de: 365,2422 días.

1 Los gnomon o cuadrantes solares son relojes de Sol, que permiten medir el paso del tiempo como una relación a la longitud de la sombra que proyecta una barra clavada en una superficie y el movimiento del astro luminoso que produce esa sombra. Esta va acompañada de una escala para indicar la hora.


Islámico – calendario lunar
Como el calendario chino, muchos otros usan la luna para marcar el inicio de año y cada mes. Este es el caso del islámico, aunque este inicia el mes con el primer cachito de luna visible, después de Luna Nueva.

En contraste con los anteriores, el calendario islámico es puramente lunar y consta de 12 meses de 29 ó 30 días, o sea, 354 días en total, por lo que se desplaza 11 días en cada año solar. Con ello, sus celebraciones religiosas suceden en diferentes estaciones.


Cada mes inicia con el avistamiento del primer cachito de Luna.


La tradición judeocristiana

El calendario religioso hebreo inicia todos los meses con la Luna Nueva y también es lunisolar. Ellos fueron los que aportaron el concepto de semana de siete días, más o menos una cuarta parte del mes.

En el caso del cristiano, la fijación de algunas celebraciones religiosas mantuvo la tradición y observa fases lunares y parámetros solares. La Pascua Cristiana, por ejemplo, se celebra el domingo siguiente a la Luna Nueva que sucede al equinoccio de primavera.

Por eso la celebración cambia de fecha todos los años, más no así la celebración de la Natividad, que es puramente solar y permanece en una fecha específica: 25 de diciembre.


Ajustes más recientes: julianos, gregorianos y persas
En el año 64 A.C., Julio Cesar impuso el calendario juliano entre los romanos, bajo la convicción de que el año duraba exactamente 365 1/4 días. Definió el año de 365 días e incluyó un año bisiesto de 366 días cada cuatro años. O sea, todos los años divisibles entre 4 eran bisiestos.

Con el tiempo, este calendario se fue desajustando con respecto a las estaciones. En el año 730 de la Era Moderna, los científicos ya sabían que el año duraba 11 minutos menos de lo establecido por Cesar. Esos minutos se acumulaban para desajustar el calendario en un día cada 128 años.

En 1582, ante un calendario juliano desfasado 10 días, el Papa Gregorio XIII, con la asistencia de Christoph Clavius, lo cambió, dándole nombre al siguiente (el calendario gregoriano). Este fue poco a poco por la mayoría de los pueblos occidentales.

Cronología de aceptación del Calendario Gregoriano
por el Dr. Robert A. Hatch

No solo se ajustó a la fecha correcta de un día para otro, sino que se definió el año bisiesto cada 4 años, con excepciones, tales como cuando termina un siglo.

Algunos no aceptaron el cambio y mantuvieron el juliano, como la Iglesia Ortodoxa, que sigue realizando sus celebraciones de acuerdo a este y con un desfase acumulado hoy de 13 días. Entre los persas, el poeta y matemático Omar Khayyam, fue uno de los contribuyentes a la modernización de su calendario, al sugerir un ciclo de 33 años que incluye 8 años de 366 días.


Conclusión
Hoy en día, se ha perdido la costumbre de seguir a los astros principales: el sol, la luna y los planetas visibles a simple vista. Esta separación de los fenómenos naturales y sus ciclos, enajena a las personas de los principios astronómicos y matemáticos que dieron origen a la medición del paso del tiempo.

Con una breve evolución histórica y la descripción de varios sistemas cronológicos, este artículo pretende contribuir con un aprendizaje contextualizado y significativo e impulsar a las personas a retomar la observación de los cielos.

Bibliografía

  1. Moeschl, Richard, "Exploring the Sky", Chicago Review Press, Inc. USA, 1993
  2. Villalobos, José Alberto, Datos Generales de la Luna, Lunario de CIENTEC.
  3. Smith, Sanderson, "Agnesi to Zeno", Key Curriculum Press, U.S.A., 1996.
  4. Fierro, Julieta, "La Astronomía en México", Editorial Lectorum, S.A., México, 2001.

 

 

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