Boletín CIENTEC, enero 2006 San José, Costa Rica
Sin ciencia no hay cultura
Alejandra León Castellá, Directora Ejecutiva de CIENTEC
Publicado
en La Nación, 21 de diciembre, 2005.
El tercer
Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia organizado
en noviembre, en La Coruña, España, llevaba precisamente
ese título: "Sin ciencia no hay cultura".
¿Por qué el énfasis sobre cultura y ciencia? De hecho, los organizadores de este congreso no son los únicos que impulsan este binomio, una extensa red de instituciones públicas y privadas, especialmente en los países desarrollados, realizan esfuerzos por cultivarlo y darle un espacio en la agenda de sus naciones.
Existen muchas definiciones de cultura, pero la miope de uso cotidiano solo integra las artes visuales, la literatura, la danza, el teatro y, tal vez, la arquitectura, como lo "cultural". Esta misma reducción imperó en el desarrollo de las estructuras de apoyo (centros culturales, ministerios de cultura, museos, programas de cooperación cultural, y más), que hoy se ven llamadas al cambio, a abrir sus fronteras, a ensanchar sus misiones y entrelazar sus esfuerzos con otras.
En Costa Rica ya se han abierto algunas ventanas culturales a la ciencia. A continuación tres ejemplos. (1) Un reconocimiento: los premios nacionales de ciencia y tecnología están incluidos entre los "Premios Nacionales de la Cultura". (2) Una práctica transformadora: las ferias de ciencia y tecnología regionales han difundido formas de investigar, competir, evaluar, reconocer el ingenio y divertirse en familia. (3) Una muestra internacional: la celebración en Costa Rica del Año Mundial de la Física, evento científico que, por primera vez, incluye un concierto en nuestro Teatro Nacional. El grupo UAKTI, apoyado por la Embajada de Brasil y otros, contagió con sus sonoridades: física y música en un espectáculo de primera.
Nuevas vías de aprendizaje.
Mientras tanto, otras transformaciones culturales, fruto de la ciencia
y sus aplicaciones, avanzan por su cuenta. Seguir sus pasos será
fundamental para descifrarlas. El acceso a la internet
en el hogar, en la escuela, mediante laboratorios
de informática o en los cibercafés en las comunidades,
está forjando nuevos patrones de aprendizaje, comunicación
y recreación en jóvenes y adultos, urbanos y rurales. Toda
una cibercultura.
El surgimiento de sitios web nacionales, por otro lado, está contribuyendo con nuevas caras para construir una identidad hasta hace poco desconocida. Y que hablar de lo que la telefonía celular ha traído.
Parece que hemos avanzado, pero falta mucho por hacer. Los que impulsan la ciencia y los que respaldan la cultura, siguen en bandos separados, al igual que sus dominios. También están divididos los que las enseñan, divulgan y critican, los espacios dedicados a ellas en los medios de comunicación y los que las financian.
No es la ciencia como colección de datos la que se defiende en este caso. Tampoco es la "cultura científica" que se desarrolla entre especialistas. Es la ciencia como actividad humana, forjada durante milenios, la que con métodos de observación y análisis descifra el mundo y transforma nuestras posibilidades.
Una población más participe de sus procesos será
más activa y tendrá mejores herramientas para buscar soluciones
a los retos actuales y futuros.
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