EL AVIADOR
EL AVIADOR
Título: El aviador (The aviator)
Dirección: Martin Scorsese
Guión: John Logan
Elenco: Leonardo DiCaprio, Cate Blanchet, Alec Baldwin, Alan Alda
País: EU
Año: 2004
Duración: 1
El aviador, de Martin Scorsese, reciente ganadora de 5 Oscares, revive parte de la historia del excéntrico millonario estadounidense Howard Hughes, en una época en la que éste dirigía y producía películas mientras diseñaba y fabricaba aviones. Para recrear el mundo de este hombre fascinado con la tecnología e impulsado por sueños de grandeza capitalista, el cineasta usó novedosas técnicas de filmación: mezcló tecnología digital con métodos clásicos de iluminación, vestuario y escenografía, incluyendo la utilización de miniaturas de los años 20, 30 y 40. La película se trabajó como si hubiera sido filmada durante los grandes días de Hughes, mediante el uso de película technicolor típica de aquella época.
El film abre con escenas referidas al derroche millonario que Hughes hizo en 1927 para su primera película, Hell’s Angels y termina con la prueba de un famoso hidroavión, el Hércules. Mientras tanto, el personaje se convertirá en cabeza de la hoy desaparecida compañía de aviación TWA, estará a punto de matarse al pilotear su propio modelo de avión espía, el XF-11, establecerá varios records como piloto de aviación y librará una gran batalla político – empresarial contra un senador y el presidente de otra compañía aérea, la Pan-Am (también desaparecida). La película también toca con cierto detalle algunos de los romances más publicitados de Hughes, particularmente los que sostuvo con las míticas actrices Katharine Hepburn y Ava Gardner. Además, irá intercalando escenas sobre su padecimiento de fobias y otros desórdenes mentales.
En 1927 Hughes fundó Hughes Aircraft Company, una empresa dedicada a la aeronáutica; ésta se convirtió en un centro de experimentación para su inquieto propietario, que en los años siguientes se dedicó a batir records de velocidad. En 1937, por ejemplo, voló de California a Nueva Jersey en 7 horas y media; al año siguiente le dio la vuelta al mundo en 3 días, 19 horas y 17 minutos, bajando el registro de Charles Lindbergh para el trayecto Nueva York -París.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Hughes se concentró en producir aviones de combate. Pero su sueño era construir el transporte más grande imaginado: así nació el Hércules, que diseñó personalmente. Este gigantesco hidroavión, construido en madera por la escasez de metal que imperaba, tenía ocho motores de hélice y capacidad para 700 soldados o 60 toneladas de carga. Pero la aeronave, mucho más grande que un Jumbo actual, sólo intentó volar una vez, el 2 de noviembre de 1947: se levantó poco más de 20 metros sobre las aguas frente a Long Beach, California, y durante menos de un minuto voló una milla. Hoy, esta quimera se exhibe en un museo de Oregon.
Su sueño siempre había sido tener su propia compañía aérea, y en 1939 por fin surgió la oportunidad de hacerlo realidad. La Gran Depresión había sido un duro golpe para la TWA, y Hughes aprovechó la ocasión para ir adquiriendo sus acciones paulatinamente. Para 1941 ya era dueño de más del 75% de las acciones, y lo primero que se propuso fue transformar esa prestigiosa empresa de correo en la línea líder de transporte de pasajeros, labor que hasta ese momento había sido monopolizada por la Pan American.
Por lo demás, Hughes se preocupó por llevar a los EU a la era del jet y aportó algo todavía más importante a TWA y a la aviación en general: su concepto de una flota de aviones elegantes que tendrían capacidad de llevar, cada uno, a setenta pasajeros desde Los Angeles a Nueva York en sólo 10 horas. Los diseñadores pusieron manos a la obra y finalmente se creó el "Constellation", un exitoso modelo comercial.
Conociendo la inextirpable vena cinéfila de Scorsese, resulta extraño que su filme se explaye mucho menos de lo que pudiera pensarse en la descripción del mundo hollywoodiense de la época y que, en cambio, priorice con claridad el amor de Hughes por la aviación. Es muy probable que ello se deba a que dicho mundo visualiza todavía mejor el ansia de grandeza del personaje, su lado visionario y su ambición un tanto – o un mucho - suicida, depositaria del sentimiento utópico de quien, literalmente, quería abarcar el cielo con sus brazos. Más que material, la ambición de Hughes se presenta como un asunto existencial, como expresión de un ansia compulsiva, mitad soñadora y mitad patológica, por doblegar lo presuntamente imposible.
El aviador restituye con entusiasmo el perfume de una época, revive recuerdos teñidos de technicolor y nos regala un retrato lúcido, sesgado pero expresivo, de los límites de la ambición.
Etiquetas: aviación, technicolor
1 comentarios:
Realmente es fantástico el poder ver cómo una persona llega a realizar sus sueños y a pesar de tantas adversidades, no se dejó vencer, defendiendose ante las acusaciones con fundamentos y realidades, controlando sus temores y sabrellevando las críticas hacia su persona, saliendo triunfador. De igual manera el hecho del apoyo importante de quienes en realidad lo aprecian. Felicito al productor por captar de manera real al magnate y sobre todo al Leonardo por representarlo magnificamente.
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